Continuando con nuestros experimentos sobre alimentación, en esta ocasión Pequechef nos lanzó otra pregunta relacionada con el experimento de la semana anterior: Además de secando la saliva de nuestra lengua ¿de qué otra manera no podríamos saber lo que estamos probando?. Ellos contestaron que escupiendo la saliva en vez de secarla, quitándonos la lengua (cosa que resultaría imposible), tapándonos los ojos y no viendo lo que comos (lo cual comprobamos que no era así). Procedimos, pues, con la realización del experimento: primero todos comimos un trozo de pera para identificar su sabor, recordando el experimento anterior y distinguiendo que su sabor era dulce; a continuación, algunos compañeros se metieron un trozo de hielo en la boca y, justo después, al probar la fruta ¡No sabía a nada! ¿Qué ha pasado?.
Fueron sacando conclusiones a respecto: Eso ocurre porque la lengua está congelada, o la saliva o las papilas gustativas, como podéis observar, están aplicando conocimientos adquiridos en el experimento anterior y van bien encaminados. En realidad, los alimentos pierden una gran parte de su sabor cuando están fríos, porque el frío les impide mezclarse bien con la saliva, por eso los heladeros nos recomiendan sacar el helado un ratito antes del congelador para comerlo, así su sabor es más intenso, curioso ¿eh?. Lo mejor fue cuando todos lo comprobamos en los pequeños grupos y el banquete de frutas que nos dimos (Y después no queremos comer frutas en casa)
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