El experimento que Pequechef nos ha traído esta semana, no tenía que ver con el gusto ni el olfato de los alimentos, hacía referencia al sentido de la vista, al aspecto físico de los alimentos. Hemos cortado una manzana por la mitad y hemos visto el color de su carne, a continuación, lanzamos una pregunta ¿Qué ocurrirá si la dejo un rato cortada antes de comérmela? Entre las respuestas un poco de todo: que viene tu padre y se la come antes que tú, que se pone mala y no te la puedes comer, que se pone negra y se pudre...Poco a poco comprobamos que la manzana va adquiriendo un tono marrón y preguntamos por qué ocurre eso y, de nuevo, respuestas para todos los gustos: eso ocurre por no habértela comido antes, es el color de la rama del árbol, se estropea porque ha pasado mucho tiempo, se estropea porque no la has guardado en el frigorífico o en un cajón, porque alrededor hay una especie de campo parecido al campo magnético de los imanes que hace que la manzana se ponga marrón. Claro, es verdad que hay algo alrededor pero no hablamos de ese campo, es algo que en otras ocasiones nos hemos referido a él como algo que no podemos ver ni tocar y, enseguida se dan cuenta de que es el aire.
En el aire hay oxígeno y una serie de bichitos que quieren infectar a la fruta y ésta, para protegerse, crea esa capa marrón. A este proceso se llama oxidación. Y ¿Cómo podemos evitar que la manzana se oxide? Metiéndola en un cajón, en el frigorífico, tapándola con un plástico, con un papel, en una caja de cartón... Éstas fueron sus ideas, preo yo les propuse cortar la manzana en cuatro trozos: la primera la dejamos al aire, la segunda la cubrimos con plástico, la tercera la cubrimos con hielo y la cuarta, con zumo de limón y comenzaron las apuestas para ver cuál tardaba más en oxidarse.
Mientras esperábamos un tiempo prudente, nos pusimos por grupos y entre todos preparamos una macedonia, repartiendo las frutas en cada grupo y cortándola en trozos pequeños, menos un grupo que se dedicó a hacer el zumo de naranja, que ellos pensaban que era para bebérselo, pero yo no les dije nada.
Una vez cortada la fruta, la vertimos toda junta en un recipiente y regamos con el zumo de naranja (ellos decían ¡ah! para que esté más bueno) y nos dispusimos a ver los resultados de la manzana: efectivamente, la manzana que se oxidó antes fue la que quedó al aire, la del plástico sólo un poco y la que estaba cubierta por el hielo y el zumo de limón prácticamente nada. Les expliqué que el zumo de limón es ácido, tiene vitámina c y hace que la manzana no se oxide. Al zumo de naranja le pasa lo mismo que al limón y entendieron perfectamente que se lo echáramos a la macedonia de frutas, para que ésta no se oxidara.
Y, por último, ¡A COMERRRRRRRRR!
OXIDACIÓN DE LA FRUTA on PhotoPeach
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