sábado, 12 de noviembre de 2011

¡TIENE NARICES!

Nuevo experimento sorprendente que nos trae pequechef para adentrarnos en el maravilloso mundo de la ciencia. Recordando ya todo lo explicado lanzamos una nueva pregunta ¿Podemos identificar un alimento que nos vamos a comer si poder verlo ni probarlo? y María y José Luis contestaron que oliendo, así que comprobamos con algunos alimentos a ver si esto era verdad y fuimos capaces de identificar el olor de una cebolla, del chocolate, del atún, del limón o del chorizo. La seño también trajo una naranja partida por la mitad, pero una mitad olía fuerte, se reconocía claramente el olor a naranja, mientras que la otra no olía apenas ¿qué estaba pasando? empezamos a lanzar hipótesis como que el color  de una mitad era más fuerte hasta que Inés la tocó y descubrió que la media naranja que olía menos estaba congelada. Claro, dijo Rafael, la nariz entonces se nos congela al oler y por eso no huele, pero comprobamos que eso no pasaba, nuestra nariz seguía igual. Manuel decía que igual que cuando las cosas estaban muy frías no sabían a nada, tampoco olían a nada (como véis estamos aplicando lo aprendido).

¿Sabéis por qué ocurre esto? Es que todo lo que nos rodea (objetos, cosas, alimentos...) está formado por moléculas. Cuando la naranja está tibia las moléculas que la componen están agitadas y algunas escapan en el aire, hasta la nariz. Por el contrario, en la naranja congelada  las moléculas se mueven menos, hay muy pocas que se escapan y no huelen a nada. Hay que esperar a que la naranja tome la temperatura ambiente para que su olor circule en el aire.

Esto lo comprobamos con la naranja, metiendo una mitad en el congelador y dejando fuera del frigorífico la otra, pero ¿Ocurrirá también con los alimentos que olímos anteriormente? Ahora os toca investigar en casa y contarnos los resultados.







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