lunes, 30 de enero de 2012

LOS PEQUESABIOS SIGUEN EXPERIMENTANDO


Seguimos experimentando con los alimentos, sobre qué contienen y la trasformación que sufren hasta que nos los comemos, como en el último experimento que hicimos con las palomitas. Preguntamos si saben lo que hay dentro de un paquete de palomitas y dijeron palomitas, maíz cortado en trozos pequeños, cacahuetes y cuando abrimos el paquete Javier dijo: ¡Es maiz!
Juguemos ahora con los sentidos: el tacto, el olfato y el gusto. Ponemos los granos de maíz en un plato y lo vamos pasando para que podamos tocarlos, olerlos e incluso probarlos. El maíz está impregnado de mantequilla y sal y Javier dice, al tocarlos, que es un asco viscoso, María que se resbala de la mano, Manuel que está pegajoso, Dayron pringoso y Luis que está duro. ¿Qué puede ser ese asco viscoso? Queso, mantequilla, aceite… contestaron. Los más atrevidos probaron los granos y compararon el sabor con el de las pipas o las almendras y en cuanto al olor sólo notaron que olía a maíz.
Una vez  analizado el material nos disponíamos a usar el microondas cuando África sugirió que leyésemos las instrucciones. Una vez leídas dije:
-         Recordad que he empezado diciendo que este experimento tenía que ver con el cambio. Los granos de maíz cambiarán pero…¿en qué se convertirán?
-         En tomate pero si lo dejamos mucho rato y sin mirar (Dayron).
-         Explotarán (Nati)
-         El maíz se convierte en palomitas pero tiene que ser en el microondas (Javier).
-         En guisantes (Luis).
-         En zanahorias (Valentina).
Ahora sí es el momento de ver qué pasará. Elisa y Violeta siguen las instrucciones indicadas y esperamos en silencio para escuchar si es verdad que explotan (vídeo). Cuando pusimos el contenido de la bolsa en otro plato y los comparamos descubrimos que era verdad, que había tenido lugar un asombroso cambio tanto en forma, tamaño, color, sabor, textura, olor…Una deliciosa transformación que no tardamos en devorar.
Cuando intentamos explicar científicamente lo sucedido nos dimos cuenta en seguida de que lo necesario para que se produzca el cambio es el calor, que en este caso nos lo ha proporcionado el microondas. Además, aclaramos que dicha transformación se debe a dos motivos:
-         Su pericarpio: palabra nueva que aprendimos y con la que disfrutamos expresando. Nos referimos a su cáscara, altamente resistente y capaz de soportar altas temperaturas.
-         La composición del grano de maíz: formada por agua, almidón y proteínas. Al calentarse, el agua se convierte en vapor de agua que hace presión sobre el pericarpio, empujándolo. Cuando éste no resiste más, explota dejando que  las proteínas y el almidón se expandan a su antojo.

PALOMITAS DE MAIZ




A partir de ahora los experimentos, a partir de ahora, tienen que ver no con lo que contienen sino con algunas curiosidades de los alimentos.
Les pido que piensen en todos los alimentos que existen.
Ahora quiero que piensen solamente en aquellos que nos necesitan ser cocinados para comérnoslos. Respondieron todos éstos:
-         Uva, naranja, chocolate, pan, plátano, pera, zanahoria, salchichón, mortadela, manzana, limón, yogur, actimel, chóped, galletas, chorizo, zumo, petit, jamón cortado de la pata, morcilla, jamón york, flan, mantequilla, magdalenas, helados, cereales, leche que algunas veces te la puedes beber fría sin meterla en el microondas, lechuga,  y batido.
Una estupenda lista, sí señor, pero…
Seño: ¿qué es eso de cocinar? ¿Qué quiero decir cuando me refiero a que no se cocinan?
Javier: eso es que no hace falta que los metamos en el microondas.
Seño: ¿Y qué le ocurre a los alimentos allí dentro?
Inés: se calientan.
Seño: ¿Y entonces?
María Reyes: se calientan y se cocinan.
Seño: entonces para cocinar necesito calentar… Decidme ahora alimentos que necesite calentarlos antes de comérmelos.
-         Berenjena, arroz, croquetas, albóndigas, filetes, pescado, fideos, pollo, patatas, hamburguesas, huevos…
Ahí paro para mostrarles un huevo. ¿Y si lo cocinamos? Les parece una estupenda idea así que les pregunto qué necesito para cocinarlo.
-         Un perol (dice Farruca) ¿y qué es un perol? pregunta Rafael, una sartén, responde Inés muy segura…
-         Aceite (María Reyes)
-         Una cuchara de mover la sartén, que es como una espátula de madera pero sin las rayitas (Javier).
-         No, es una paleta como la espátula pero con agujeritos (Valerio)
Curiosamente tengo una sartén y un huevo. No tengo no espátula ni aceite. ¿Ahora qué hacemos?
-         ¡Échalo, échalo! Gritan al unísono.
-         Pero si no tenemos aceite no se va a cocinar (África)
A petición popular masiva y emocionada rompo el huevo en la sartén…y nada. Se queda igual, no se cocina ni un poquito. 
-         Es que no tiene aceite (Nati).
-         Mi hermana tiene en su casa una plancha que la enchufa y hace los huevos y los filetes sin aceite. Yo sé que algunas veces se pueden hacer huevos sin aceite. No lo entiendo…¡si lo tenemos todo!...¿o no? ¿Nos falta algo? (seño)
Tuvimos que volver a ponernos la cabeza de pequesabios porque no sabíamos qué estaba fallando en el experimento. Por fin Javier se acercó a la respuesta:
-         En la cocina hay una cosa así que le das al botón, se pone caliente y se cocina. Aquí, como no lo tenemos, por eso no se cocina porque eso sólo está en las cocinas.
Pues es cierto, antes habíamos dicho que para cocinar necesitábamos calor pero eso que dice Javier que se llama vitrocerámica no  tenemos.
-         Es imposible que el corcho caliente la sartén para que se cocine el huevo (María Reyes).
-         Pensemos entonces qué otras cosas nos darían el calor necesario para calentar esta sartén (seño)
-         Sol (María Reyes)
-         Luz (Valerio)
-         Microondas (María)
-         El calentador del cuarto de baño (Nati)
-         La estufa (Inés)
-         Muy bien pero ninguna de esas cosas están aquí en la clase…
Después de un rato dándole vueltas al asunto, Inés se acordó de que había visto a la Seño Leo en el pasillo con un huevo blanco en una sartén. Decidió ir a buscarla para preguntarle cómo lo había hecho y la seño Leo nos dio la respuesta: había utilizado alcohol.
Casi de forma inmediata comprobamos como el huevo, en contacto con el alcochol, se iba “cocinando”, es decir, se iba poniendo blanco.
Tuvimos que esperar hasta el lunes para escuchar la explicación y fue entonces cuando descubrimos que, si lo dejábamos mucho tiempo (en nuestro caso dos días) se cocinaba completamente. ¿Cómo es posible que el alcohol, que Luis tocó y dijo que estab frío, cocinase el huevo?
La seño nos contó que dentro del alcochol hay unas partículas como las moléculas que se mueven tan rápido, tan rápido que se tocan unas con otras. Cuando se tocan tantas y tan rápido se produce la fricción (nosotros lo comprobamos uniendo nuestras manos y friccionándolas lo más rápidamente que pudimos) que genera calor y ese calor es el que cocina el huevo.
-         Parece como el huevo de gomita…(Javier)



HUEVO Y ALCOHOL




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